El sistema de frenado del vehículo es esencial para la seguridad del conductor y del resto de personas que circulan por las vías públicas. En la eficacia de este sistema tiene una importancia capital el líquido de frenos empleado, pero, ¿son todos los líquidos iguales o varían dependiendo de sus características?
La función del líquido de frenos
El líquido de frenos es un fluido compuesto normalmente por derivados del poliglicol (líquidos de silicona y aceites minerales), cuya función principal es permitir que la fuerza que se ejerce desde el pedal del freno sea transmitida hacia los cilindros del sistema hidráulico. De este modo, se presionan las pastillas o zapatas (dependiendo del tipo de frenos del vehículo) para poder realizar una frenada efectiva.
El líquido de frenos debe mantenerse en buen estado y para ello es necesario cambiarlo periódicamente. En este sentido, uno de los principales factores que se deben revisar es su punto de ebullición. Cuanto más calor se genera y más alta es la temperatura que alcanza el líquido de frenos, más fácil es que entre en ebullición, provocando la aparición de burbujas que disminuyen la efectividad de la frenada.
Otro de los factores que más afectan a los líquidos de frenos es que tienen propiedades higroscópicas, es decir, reaccionan químicamente al agua, con lo que se ven afectados por la humedad del ambiente. Por ello se recomienda cambiarlos cada 2 años o 60.000 kilómetros, dependiendo de su estado.
Tipos de líquidos de frenos
Otro punto a tener en cuenta es que siempre se debe usar el líquido de frenos acorde a cada vehículo, esto es, el recomendado por el fabricante. Usar un líquido de frenos equivocado, caducado o sucio puede provocar graves daños en el sistema. Por eso, en tal caso se recomienda extraerlo todo, limpiar el sistema y volver a rellenarlo con el líquido correcto.
Dicho esto, ¿qué clases de líquido de frenos existen y en qué tipos de frenos deben usarse?
- DOT 3. Es el líquido más utilizado para frenos convencionales. Su punto de ebullición seco es de 205 °C, el húmedo de 140 °C y su viscosidad es de 1500 cSt (unidades de viscosidad). Es muy higroscópico, por lo que absorbe cerca de un 2 % de su volumen en agua por año. Su composición es muy fuerte y es el líquido más común y económico.
- DOT 4. Habitualmente conocido como LMA (Low Moisture Absortion) o fluido de baja absorción de humedad, este es un líquido empleado tanto en frenos convencionales como en sistemas ABS. Su punto de ebullición seco es de 230 °C, el húmedo de 155 °C y su viscosidad es de 1800 cSt. Se trata de un líquido de frenos similar al DOT 3, aunque con mejores prestaciones y una mayor durabilidad. Dentro de este tipo podemos encontrar también la especificación Super Blue Racing, que ofrece unas prestaciones mucho más altas y sitúa su temperatura de ebullición en los 260 °C.
- DOT 5. El DOT 5 es un fluido no higroscópico compuesto de silicona (polidimetilsiloxanos) que no se puede utilizar en vehículos cuyo líquido de frenos deba tener una base sintética. Absorbe gran cantidad de aire (tres veces más que los de tipo DOT 3 y DOT 4), sobre todo a alturas elevadas, cosa que dificulta el proceso de purga, ya que el aire atrapado se expande al aumentar la temperatura. Su punto de ebullición es de 260 °C y no se debe mezclar con ningún otro tipo de líquido de frenos.
- DOT 5.1. Es un líquido sintético con un punto de ebullición seco de 270 °C, húmedo de 180 °C y una viscosidad de 900 cSt. Al contrario de lo que se pueda pensar, no es una evolución del DOT 5, sino del DOT 4. A menudo, es denominado como DOT 4 Plus en el mercado, aunque cumple con el estándar del DOT 5. Su principal desventaja es que, igual que el DOT 3 y DOT 4, es higroscópico, es decir, tiene una gran capacidad para absorber la humedad.
Cómo revisar el líquido de frenos
Para un correcto funcionamiento del sistema de frenado, es fundamental mantener el líquido de frenos en buen estado. Por eso su revisión es una tarea básica en todo mantenimiento periódico.
Para revisar el líquido de frenos se deben seguir los siguientes pasos:
- Abrir el capó del vehículo (el motor debe estar frío y apagado).
- Localizar el depósito del líquido de frenos (habitualmente ubicado en el lado izquierdo del vano motor).
- Revisar el nivel del líquido. Gracias a que la mayoría de los vehículos equipan depósitos transparentes, esta tarea es sencilla. El nivel ha de encontrarse entre el mínimo y el máximo grabados en el depósito, si no es así, debe corregirse.
- Supervisar el color. Habitualmente es amarillento, si es de color oscuro es posible que se requiera una sustitución.
- Comprobar que, según la información que proporciona el fabricante, el producto es el idóneo para el vehículo.
- Realizar la sustitución del líquido de frenos si procede. Existen diversos modos de hacerlo, por ejemplo: succión, presión o gravedad. El técnico de taller debe prestar especial atención, puesto que el líquido de frenos es altamente contaminante y también es susceptible de contaminarse fácilmente.
Líquido de frenos en mal estado
El efecto de frenado provoca que el sistema de frenos adquiera altas temperaturas (esencialmente por la fricción). Este calor se transmite a todos los componentes del sistema y también es absorbido por el líquido de frenos. La consecuencia es que deteriora progresivamente el líquido, por lo que este debe sustituirse periódicamente.
Aunque, de forma general, los fabricantes suelen recomendar la sustitución del líquido de frenos cada dos años, independientemente del uso del vehículo, cada día son más los talleres de reparación que disponen de diferentes herramientas digitales para verificar su estado (refractómetro o tester digital). Estas herramientas permiten comprobar un parámetro fundamental como es el punto de ebullición, aunque el método más habitual sigue siendo la comprobación del oscurecimiento del producto.
Un líquido de frenos en mal estado puede generar multitud de anomalías en el sistema de frenado del vehículo. En la actualidad, son numerosos los casos de averías en sistemas de ABS ocasionados por las obstrucciones de sedimentos en las electroválvulas. Otra avería frecuente que puede producir graves daños en el sistema de frenado es la oxidación de ciertos componentes del circuito (como tuberías, válvulas, etc.) en los casos en los que el porcentaje de agua en el líquido de frenos supera el 3 %.
El síntoma más evidente de que este líquido se encuentra en mal estado es que, al accionar el pedal del freno, este tenga un recorrido excesivo. En tal caso, el usuario puede ser alertado por un testigo en el cuadro de instrumentos y es necesaria una sustitución inmediata del producto.
Recomendación
Son varios los factores que influyen en que el líquido de frenos pierda efectividad a lo largo del tiempo: las altas temperaturas a las que trabaja, las partículas y residuos que recoge a su paso por el sistema o la humedad absorbida.
Estos factores pueden repercutir en la eficacia de frenado, poniendo en riesgo al conductor y al resto de vehículos de la vía. Por ello, la sustitución del líquido de frenos entra dentro de las operaciones esenciales del mantenimiento de un vehículo. Este componente debe comprobarse periódicamente y sustituirse según indique el fabricante (normalmente, con una periodicidad de entre dos y cuatro años o 60.000 km).